5 de mayo de 2012

libro de lauracl

I
Shein estaba sentado en una tabla, que hacía de "cama", observando las mugrosas paredes de su pequeña celda, suspira. Estaba aburrido, sentado con una pierna colgando, y la otra subida a la tabla, doblada, su brazo descansaba en ella. Resopló aburrido, miró fugazmente las rejas de la puerta, y agudizó el oído. Sí, lo que él creía, pasos. Miró fijamente las rejas hasta que vio aparecer un guardia bajito y regordete.
Guardia- hola- dijo con una sonrisa traviesa.
Shein arqueó una ceja- si sólo vienes a molestar, te puedes ir- soltó secamente de una vez.
El guardia sonrió levemente, y le miró con una mirada de superioridad- no eres el más indicado para decirme eso, y menos en esas condiciones- dijo con tono burlón mientras le señalaba con la cabeza.
Shein se levantó de un salto, con gesto amenazante. Pero el guardia, no sin sonreír siniestramente antes, apretó un botón rojo que lucía levemente en un pequeño mando.
Shein dio un alarido, algo le había dado un fuerte calambrazo en la espalda. Palpó un poco donde lo había sentido, y miró al guardia con odio. Tenía un pequeño chip en la espalda que le daba calambres cuando el guardia quería.
Shein miró una última vez al guardia con furia, y se volvió a sentar en la cama, mirando a la pared.
El guardia sonrió siniestro- ¿ya no eres tan duro he?- dijo burlón.
Shein no se molesto en mirarlo- devuélveme mis poderes y compruébalo tu mismo- dijo con frialdad.
El guardia volvió a pulsar el reluciente botón rojo- repítelo- dijo arqueando una ceja. Con tono de reto.
Shein recibió otro fuerte calambre, y no dijo nada más.
El guardia sonrió y se fue.
Llevaba ya 7 horas metido en ese oscuro lugar, o eso es lo que creía Shein.
Le dolía mucho la cabeza, y a veces tenía alucinaciones. *Ya se porqué de lo de que sufrirá hasta el final de sus días* pensó Shein con un suspiro. Su celda estaba bajo tierra, a mucha profundidad, por si se escapaba, que le costase salir de allí.
Shein levantó la cabeza *juraría que oí una explosión...* pensó no muy convencido de lo que oyó, esperó unos instantes por si oía algo más, pero nada *habrá sido otra alucinación* pensó convencido de que no fue real.
Oyó pasos apresurados hacia su celda. Pero los calambres en la espalda comenzaron, cada cual más fuerte que el anterior. Oyó una voz femenina al lado de su celda, fuera, esa voz murmuró su nombre, mientras tosía, como si dudase si estuviese vivo.
Shein alzó la cabeza, y dijo susurrando, con mucho esfuerzo- ¿Celi...?- y cayó al suelo inconsciente a causa de los fuertes calambrazos.
Shein se levantó del suelo, con mucho esfuerzo. La espalda. La espalda le quemaba como si le hubiesen puesto metal al rojo vivo. Le dolía mucho, se consiguió sentar en la tabla, y miró lentamente hacia las rejas de la puerta, intentando enfocar bien una figura que había allí, ya que veía muy borroso- ¿Celi...?- volvió a preguntar, inseguro de que fuera ella.
El guardia echó un risotada- tus seis amigos de La Escuela De Las Estrellas están muertos, bueno, la directora no... No vino- dijo burlón.
Shein abrió mucho los ojos- ¡¿Qué?!- grito muy enojado.
El guardia rió- lo que oíste asesino- mirándole de forma burlona.
Shein se tiró contra el guardia, pero la puerta le paró- ¡Te voy a matar!- gritó fuera de si.
El guardia se apartó un poco- haber como, chico- dándose cuenta de que Shein solo tenía 19 años.
Shein ladeó la cabeza, su cuerpo se iluminó levemente, dio una patada a la puerta, que se abrió de par en pa. Shein salió, sonriendo siniestramente.
El guardia retrocedió- ¿que magia es esa?- dijo asustado.
Shein le quitó el mando de los calambres de la mano, y se arrancó el chip apretando los dientes. Miró al guardia, pensando que hacerle, arqueó una ceja y sonrió siniestro- ya se- murmuró.
El guardia se estremeció, y se intento alejar mas de Shein.
Shein cogió al guardia por los hombros, y le empujó a la celda, le metió el chip en la boca, y apretó el botón, le miro- puaj...- dijo asqueado, salió de la celda, y cerró la puerta, dejando en la celda a un hombre totalmente chamuscado, muerto.
Sonaron alarmas, se oía por todos lados la frase "alerta roja, prisiones de alta seguridad".
Shein miró a todos los lados. De repente aparecieron por todas las direcciones que podía escapar, un montón de guardias.
Shein les miró a todos, y se puso en posición de ataque, sonrió levemente.


CAPÍTULO 1- EL COMIENZO
-14 años antes-


A oscuras, en una casa, en un pequeño pueblo, había una pequeña tarta casera, con 5 velas poco decoradas, encendidas. Sus pequeñas llamas iluminaban la mesita en la que estaba puesta la tarta. Iluminaban también el pálido rostro de un niño con una amplia sonrisa en su pequeña cara. Sus ojos claros como el agua, y azules como el hielo, tomaban el color rojizo del fuego que tenían delante.

- Feliz cumpleaños Shein – dijo una voz madura y femenina.
- Gracias mamá- dijo el niño llamado Shein, con media sonrisa. Cerró los ojos un momento.
- No te olvides de pedir tu deseo hijo- le recordó con una sonrisa cálida.
- Claro mamá- aclaró Shein, se quedó pensativo unos segundos, y sopló las velas.
Su madre le miró interrogante unos segundos, y luego miró la tarta, copio un pequeño cuchillo, y partió un trozo, lo puso en un plato y se lo ofreció a su hijo, que lo aceptó sin decir nada.
- ¿Qué deseo pediste, Shein?- pregunto Kathryn, la madre de Shein.
- No se puede decir, mamá, si no, no se cumple- dijo inocentemente Shein.
Kathryn asintió lentamente, meditando en la respuesta de su hijo, no se iba a cumplir, fuese lo que fuese, suspiró. Volvió a mirar a su hijo.
- Papá no volverá- dijo tristemente Kathryn.
- Ya lo sé, por eso pedí otra cosa- respondió su hijo sinceramente, ladeando levemente la cabeza.
Kathryn ladeo también la cabeza, apartó la vista a la ventana. 31 de diciembre, estaba nevando, una fina capa de blanca nieve ya cubría las calles del pueblo.
- ¿Qué te pasa, mamá?- preguntó Shein al ver a su madre así.
- Nada…- respondió Kathryn a su hijo, sin prestarle mucha atención.
- ¿Puedo abrir mi regalo?- preguntó de nuevo Shein.
Kathryn sonrió y le miró, fue a por el pequeño regalo, que con sus ahorros le había comprado.
- Toma hijo- dijo Kathryn sonriendo.
Shein cogió el regalo con ambas manos, lo puso en la mesa, y lo abrió con cuidado. Cuando lo tuvo abierto entero, sonrió de oreja a oreja, una pelota, siempre había querido una.
- ¡Gracias mamá!- exclamó Shein contento, abrazando la pelota.
Antes de que Kathryn pudiese decir algo, Shein ya estaba jugando fuera con su pelota nueva.
Kathryn volvió a pensar lo rápido que podía a llegar a ser su hijo, no sabía de donde podría haber sacado una cualidad así, ya que en esa familia, nadie era especialmente rápido.
.

Mientras Shein jugaba con su pelota, los otros 5 chicos del pueblo, le observaban sonriendo maléficamente. No tenían nada bueno entre manos.

Tom, el más mayor del grupo, dijo algo que Shein no oyó, entonces, salió de detrás de los arbustos en los que se escondían.
- ¡He Shein! Bonita pelota, ¿me la dejas?- preguntó Tom con tono burlón
Shein le miro con cara rara, y agarro su pelota con ambas manos, no la soltaría.
- ¿Para qué?- preguntó inteligentemente
Tom ladeó la cabeza, y miró los arbustos de donde había salido. A los segundos, salieron de esos mismos arbustos, otros 4 chicos, que rodearon a Shein.
Shein frunció el ceño, mirándoles, no le gustaba que no le dejaras salir. Intento salir unas cuantas veces de ese círculo, pero al final quedó en el medio, agarrando su pelota.
- Danos la pelota y no te haremos nada- dijo Tom con tono amenazante.
Shein sacudió la cabeza, negando. No iba a dejar que se la quitasen el primer día.
Los 5 chicos se acercaron. Shein les miraba fríamente, su pelo negro alborotado brillaba a la luz del pálido sol de invierno, mientras se movía lentamente por el viento que se había levantado hace unos segundos.
El viento se hacía más fuerte a medida que los chicos se iban acercando a Shein. Hasta que Tom empezó ha hacer ruidos raros, parecía estar ahogándose.
Shein aprovechó el momento y se fue corriendo a su casa. No le dijo nada a su madre, era muy raro, el viento fuerte, Tom ahogándose, estaba claro, que no era un coincidencia. Se sentía fuerte, y con poder, se sentía libre de hacer lo que quisiese, de poder con todo. Shein lo presintió desde que se levanto el viento. Su deseo se había cumplido. Su deseo era la… magia.
CAPÍTULO 2- EL COLEGIO


Shein nunca contó a nadie lo que pasó ese lejano día de invierno, y tampoco Tom y sus amigos. Pero tampoco era una cosa que se pudiera olvidar fácilmente, era muy raro.
Desde el momento, Shein no salía a la calle si no era necesario. Temía encontrarse de nuevo con esos 5 matones, y que le descubrieran, o que le hiciesen algo. No, no permitiría eso.
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Kathryn estaba preocupada por su hijo, se había vuelto mas frío y distante con el tiempo, ahora tenia 6 años, y no hablaba casi, se encerraba en su cuarto, y se pasaba las horas mirando por la ventana, leyendo, dibujando, soñando.

Hasta que decidió llevarle a un colegio, le costaría mucho, pero era lo mejor.
Una semana después, Shein caminaba con una mochila al hombro, al colegio del pueblo vecino, ya que en Mediatierra, su pueblo, no había ninguna.
A mitad de camino a su nueva escuela, empezó a soplar un viento muy fuerte, arrastraba las ocres hojas caídas de otoño, y el polvo del camino se le metía en sus claros ojos, era muy molesto. *Haber si para el viento…* pensó resoplando, con una mano funcionando como visera, para que no le entrase mas polvo en los ojos. Unos segundos mas tarde de su pensamiento sobre el molesto viento, este paró totalmente, ni una fresca brisa se podía notar. Shein miró a todos los lados, confuso por lo que acababa de pasar, no era normal, bueno, en él nada era normal, o eso es lo que decía la gente de él.
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Llegó al colegio, le grande mochila le pesaba en los hombros. Buscaba con la mirada su clase, ya que había muchas, y mucha gente. Shein no era lo que se podía decir alto, él era un poco más bajo de lo normal, delgado y especialmente pálido, algunos en el pueblo le llamaban “el vampiro”.

Por fin encontró su clase, se paró delante de la puerta entre-abierta y respiró hondo. Miró al frente y pasó el umbral.
La clase estaba toda desordenada, ya que había unos 20 chicos y chicas de su edad armando alboroto, gritando y tirando cosas por los aires.
Shein se fue andando rápido a un sitio que se encontraba vacío, al lado de una ventana, en la segunda fila. Se sentó rápidamente y dejó la pesada mochila en el suelo. Miró al frente, y vio que el profesor entraba a la clase, no parecía dispuesto a aguantar ese ruido. Shein se preparo para un grito del profesor pidiendo silencio. Se preparó bien, porque en unos segundos, el profesor grito un ¡silencio!
Cuando todos los alumnos se habían sentado, el profesor se presento como Don Gregorio, y dijo que no iba a dejar que nadie le tomase el pelo. Y a partir de ahí, empezó a explicar la primera lección. (…)
El primer día en el colegio fue agotador, no había hecho ningún amigo, y ya le llamaban el raro.
El camino de vuelta, fue rápido, ya que quería llegar a casa cuanto antes, y descansar de ese mal día. No hubo nada raro en el camino de vuelta, ni viento fuerte, ni nada.


Shein llegó a la puerta de su casa, cansado, aunque le gustaba caminar, la pesada mochila le quitaba el gusto. Llamó a la puerta, y esperó a que su madre le abriese, esperó unos segundos, y volvió a llamar. Estuvo una media hora esperando, por si su madre había ido a comprar algo, pero no llegaba.
Shein se empezó a preocupar, dio la vuelta a la casa, vio que había una ventana abierta, y se coló por ella. Entró en su casa, estaban las luces encendidas, pero no se oía nada.
- ¿Mamá? - preguntó Shein con el ceño fruncido. Se paseó por la casa, no veía a nadie. Agudizó el oído, y fue corriendo a la habitación de su madre. Entró haciendo que la puerta chocase violentamente contra la pared de la fuerza con la que la había abierto. Miró a su madre, que estaba en la cama.
- ¿Qué te pasa, mamá?- pregunto Shein preocupado.
- Ven, acércate Shein...- murmuro Kathryn a su hijo.
Shein se acercó dudoso, miró a su madre interrogante, ladeando la cabeza.
- Shein, me muero- dijo Kathrin tristemente. Cogió de la mano a su pequeño- Prométeme que harás caso a Tom, irás con él- dijo con una mirada profunda.
- Mamá... ¿Qué te pasa?- preguntó a punto de soltar una lágrima.
Kathrin apartó la mirada de los ojos de su hijo, destrozada por dentro.
- Vete ya, por favor- dijo sin mirarle, solo sacó de la mesilla un pequeño colgante con forma de estrella de cinco puntas, con una esferita de cristal en el centro. La puso en las manos de Shein, y las cerró- Nunca lo pierdas, póntelo, y vete ya, vamos- dijo intentando sonar seria.
Shein no comprendía nada, iba a preguntar por qué, pero no dijo nada al ver la cara de su madre. Se puso el colgante, y lo agarró con fuerza. Pasó el umbral de la habitación de Kathryn. Miró una última vez a su madre, una lágrima caía por su mejilla. Un "adios" acabó la mirada, y Shein fue a buscar a Tom, como prometió a su madre.

el ultimo cacho que puse corregido... borro el otro
Shein estuvo andando por el pueblo varios minutos, hasta que llegó a la plaza del pueblo, ahí estaba Tom, sentado en un banco al lado de la fuente.
Shein seguía agarrando su colgante con fuerza, se acercó lentamente a Tom. Tom le miró interrogante.
- Tom... Mi mamá me dijo...- empezó a decir, pero Tom le cortó poniéndole la mano en la boca, y susurrando un "chsss".
Shein se asustó un poco, le miró raro, he intentó decir algo, pero no podía. La mano a Tom no se lo permitía. Cogió a Shein de los hombros, y le llevó a un callejón oscuro. Allí le soltó.
- Escúchame bien, Shein, eres especial, mucho- dijo con tono serio, su cuerpo cambio de forma, ahora no era un niño dos años mayor que Shein, sino un adulto hecho y derecho.
Shein se echó para atrás, con los ojos muy abiertos, no se creía lo que vio.
- Este soy yo de verdad- dijo Tom algo pensativo, serio- y nos tenemos que ir de aquí, antes de que vengan- dijo esta vez un poco apresurado.
- Que... ¿Qué?- preguntó Shein confuso.


CAPÍTULO 3- UN NUEVO COMIENZO


Shein seguía a Tom, inseguro de si debía hacer eso o no, pero es lo que su madre le había hecho prometer… y las promesas siempre se cumplen.

Tom anduvo hasta las afueras del pueblo, y se detuvo en una pequeña granja. Parecía haber caballos y vacas. A Tom le tuvo que parecer bien, porque hizo una seña a Shein para que le siguiese, y entró en la granja.
Shein le siguió mirando a todos los lados, un poco nervioso. Se detuvo cuando lo hizo su acompañante, que hablaba con el que parecía ser el dueño de la granja.
- Te compro tus dos mejores caballos- decía Tom mirando fijamente al granjero.
- No va a poder ser…- empezó a decir el dueño, pero miró a Shein, y murmuró algo por lo bajo, dirigido a Tom.
Tom asintió. Los dos miraron a Shein analizadores, hasta que el dueño resoplo, y con un gesto de la mano, les hizo una seña para que le siguiesen. Y eso hicieron, llegaron a los establos, pequeños y llenos de paja.
Shein miraba los caballos, curioso, metió la mano por una de la rejas que hacían de puerta para un caballo, un caballo negro como la oscuridad, pero con unos calcetines blancos en las dos patas delanteras, y una pequeña mancha blanca con forma de estrella de cinco puntas, plantada en la frente del bonito animal. Le acarició el hocico. El caballo relinchó suavemente, mirando a Shein.
El dueño se dio la vuelta al oír el suave relincho, y se acercó a Shein. Se quedó pensativo unos segundos, y por fin abrió la boca para hablar.
- Este para ti, chico- dijo mirando al caballo, y luego a Shein, sucesivamente.
Los siguientes minutos se utilizaron para elegir el caballo de Tom. Una bonita yegua color alazán, con las cuatro patas blancas. Su nombre era Jara.
En una hora ya salían al trote por el camino de salida del pueblo. El dueño de la granja les deseaba buena suerte y les despedía mientras se iba perdiendo en el horizonte.
Shein miró a Tom, lleno de preguntas sin respuesta, lleno de curiosidad, y ansias de saber.
Tom se dio cuenta de que le observaba, y le miró también, arqueando una ceja.
Shein respiró hondo, acarició el cuello de Helios, el caballo que le había asignado en granjero.
- ¿Tom, que eres?- preguntó Shein dudoso a su nuevo amigo.
Tom le miró, y asintió lentamente, respiró hondo, y habló.
- Shein, soy un mago, un mago común, cuando lleguemos a la escuela te lo explicarán todo mejor…- explicó Tom a Shein
- Pero… ¿Entonces que hacías aquí?- preguntó de nuevo Shein, confuso.
- Yo… voy buscando a la gente especial, como tú- dijo Tom pensativo, mordiéndose el labio superior.
Shein asintió lentamente, decidió no preguntar porqué él era especial, no lo quería saber, por lo menos todavía. Miró al horizonte, sonrió levemente, un cosquilleo le recorrió todo le cuerpo. Ganas de aventuras, peligro y viajes le entraron de repente. Dio un pequeña patada a Helios, y el caballo salio galopando.
Tom le siguió también al galope, intentando que parase.
Pero… no se puede detener al viento.
CAPÍTULO 4- PELIGRO


Tom perdió de vista a Shein, miraba a todos los lados, nervioso. Ni siquiera con sus sentidos más desarrollados de mago le encontraba. Empezó a gritar el nombre de su pequeño compañero de viaje. Dio unas palmaditas en el cuello de su yegua, que jadeaba. Tom frunció el ceño, no podía haber desaparecido así por así. Se adentró en un oscuro bosque, a seguir a buscar a Shein.


Shein estaba contra un árbol, y una pequeña daga en su cuello. Estaba asustado, mirando la niña no más mayor que él. Le amenazaba en una lengua extraña que no conocía de nada.

- Por favor… déjame ir- suplicaba Shein mirando a la chica.
- ¡Drepa!- exclamó la chica sin mirarle- ¡goten nu cochi traexño!- volvía a exclamar de nuevo.
Shein estaba confuso, no tenía ni idea de lo que decía esa extraña chica. Era muy extraña, muy delgada, y alta, más o menos de la estatura de Shein. Tenía una cara delgada, pálida y de largo y liso pelo, al igual que Shein.

Tom oyó los gritos de la chica, dirigió a Jara hacia allí, seguro de que Shein ya se había metido en un lío.


La chica oyó los pasos de la yegua, aún a distancia, miró a Shein fijamente a los ojos.

Shein no sabía que hacer, se intentó concentrar en escapar de esa chica. De repente mucho viento se levantó de pronto. La extraña chica miró a todos los lados, y luego a Shein, confusa. Apartó rápidamente la daga del cuello de Shein, y le miró a los ojos- eres Desilis…- dijo la chica mirándole de arriba abajo. Levantó la cabeza, se subió a un árbol de un salto limpio, y desapareció entre el follaje.

Tom llegó a los segundos de que la chica se fuese. Miró a Shein, se bajo de su yegua, y fue directo a él. Al ver que no estaba herido ni nada, le miró severamente.

- Vamos- dijo serio- no debemos estar mas aquí…- se subió a Jara.
Shein encontró a Helios a unos metros de allí, se subió y siguió a Tom con la cabeza gacha.
- ¿Qué es Desilis, Tom?- preguntó Shein después de meditarlo un rato, curioso.
Tom se quedó pensativo unos segundos, le miró, con cara seria, resopló y se dignó a contestar su pregunta.
- Des, es aire, e ilis, es deseo en el lenguaje de la magia ancestral- dijo seriamente.
Shein asintió, meditando su respuesta. Des… es aire, cuando se concentra o lo necesita, el viento sopla fuerte. Tom parece ser un mago, la magia. Ilis, deseo, él pidió un deseo muy especial en su quinto cumpleaños, la magia. Todo encajaba, su deseo había sido cumplido, aunque, no de la forma que el esperaba. Shein se quedo con esa frase, “tu deseo se cumple, pero no en la forma que tú esperas”. Asintió lentamente, pensando en todo lo que estaba pasando, poniendo sus pensamientos ordenados, eran demasiadas cosas en un solo día… esa chica extraña, Tom, el viento, Desilis. Muy extraño.
CAPÍTULO 5- LA LLEGADA


Tom se detuvo de repente, y alzo la mano para decir a Shein que parase, y este así lo hizo.

Tom agudizó la vista hacia un lugar donde no parecía haber nada. Se bajó del Jara, y anduvo unos pasos, paro en un lugar exacto, miró a todos los lados, y pronunció claramente la palabra “churrufrustus”.
En el suelo, delante de Tom, se abrió una pequeña franja. Tom miró a Shein, e hizo un gesto con la cabeza para que le siguiese.
Shein no muy convencido, le siguió por la franja del suelo.
Primero bajaron 5 escalones, y entonces, el túnel se acabó, no había salida, solo por donde habían entrado.
Shein frunció el ceño, iba a preguntar algo, pero entonces, ya no estaba allí, sino en un lujoso salón lleno de objetos extraños y bonitos. Shein abrió mucho los ojos, impresionado por lo que había pasado.
- Yo… estaba…- dijo Shein mirando a todos los lados, confuso, señalo un poco a Tom. El señalado sonrió ampliamente.
- Bienvenido a La Escuela De Las Estrellas- dijo Tom con una sonrisa en la cara.
Shein miró cada detalle de esa sala. No se dejó ningún objeto por observar. Lo miraba todo asombrado.
De unas escaleras que había en el fondo, bajó una señora, de 30 años más o menos, saludó a los dos con la mano, y se dirigió a Tom.
- ¿Qué me trajiste hoy, Tom?- dijo con tono curioso y cantarín, mirando sobretodo a Shein.
- Te traje a Desilis- dijo Tom serio- por eso tardé tanto, no estaba preparado- dijo disculpándose.
- No importa Tom, ¿Desilis he?- dijo interesada en Shein. Caminó lentamente hacia Shein, y se agachó hasta estar a su altura- ¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes?- dijo curiosa
- Perdone, pero a usted no le importa…- dijo Shein frunciendo el ceño.


La señora ladeó la cabeza, molesta, le miró a los ojos fijamente y suspiró. Puso cara amable y cálida.
- Es verdad, no me presenté, soy Dasha, la directora de esta escuela de magia, ahora, ¿Me puedes contestar?- dijo Dasha amablemente.
- Me llamo Shein, y tengo los años que tú me eches- dijo solamente, un poco brusco.
Dasha ladeó la cabeza.
- ¡Sí! ¡Esos!- dijo Shein de nuevo.
Dasha frunció el ceño, y le miró raro, se levantó, y se fue, pensativa. No podía creer que un niño le hablase así, pero la daba igual. Se fue a su despacho.
Shein miró a Tom interrogante.
Tom señaló una puerta a Shein, y este fue a la señalada, la abrió y entró.
Era una habitación enorme, pintada de colores claros y transparentes. Había una grande cama, con suaves mantas, y un edredón con un estampado de nubes blancas. Al lado de la bonita cama habia una mesilla de noche, con una pequeña vela encendida, y nada más. Al fondo, residía un gran armario, con espejos en las puertas, que reflejaban la luz que entraba por las dos ventanas, dando una iluminación perfecta. Por último, una silla con su escritorio, encima del escritorio había 8 libros:
- La transparente agua.
- El ligero aire.
- El caliente fuego.
- La vida de la tierra.
- El frío hielo.
- El electrizante rayo.
- La luz.
- La oscuridad.
Shein se tiró en la cama, pensando en todo lo que había pasado en solo un día. Muchas cosas, demasiadas, para su gusto.
Shein observaba su habitación, sin dejarse ni un rincón por descubrir. Esperaba algo, aunque no sabía el qué, se quedaba quieto, tirado en su gran cama, sin decir nada, sin hacer ruido, sumido en sus profundos pensamientos. Pensando en la chica del bosque, en su madre, no sabía que la había pasado, ni que la pasaría, ni siquier sabía si estaba todavía viva.
Llamaron a su puerta. Shein levantó un poco la cabeza para mirar la puerta, no dijo nada. Pero la puerta se abrió igualmente, y por ella pasó la señora de antes. La direcotra con voz cantarina. Para el gusto de Shein, demasiado pegajosa.
- Hola Shein...- murmuró la directora de aquella extraña escuela- en esta escuela, solo entran 7 alumnos cada diez años. Tú entraste por ser...- Shein le cortó rápidamente.
- ¿Desilis?- preguntó sabiendo que la respuesta iba a ser afirmativa.
Dasha asintió con la cabeza, y le miró profundamente.
- e+Eres el último que ha venido, el séptimo. Querrás conocer a los demás...- dijo Dasha con tono amable
Shein la miró, sin darle mucha importancia. se encogió de hombros y se levantó lentamente. Fue con Dasha, que le llevó por un montón de pasillos. ese sitio parecía interminable. Decoración por todas partes, colores claros, estrellas por todos sitios. Shein no dejaba de mover la cabeza para fijarse en todo, y recordar el camino, Pero más tarde se le hizo totalmente imposible. Resopló indignado, y no tuvo más remedio que seguir a la directora.

CAPÍTULO 6


Los dos llegaron a una sala redonda, bastante grande, donde había unos cuantos sillones, y una gran mesa central con varias sillas. Pero Shein no prestó mucha atención a esos muebles. Rápidamente dirigió su curiosa mirada a un gran retrato que cubría gran parte del techo ondulado. Truncó el ceño y miró a Dasha con mirada interrogante.
Dasha sonrió levemente y miró también el retrato. Empezó a hablar.
- Ese señor fue el creador de esta magnífica escuela, Nedublo Pomag- mira de nuevo a Shein- él creó este lugar, lo llenó de magia y vida, y ahora es la más prestigiosa escuela de los dos mundos- sonríe cálidamente.
Shein alzó una ceja, un poco confuso. No sabía si había oído bien, o la directora había dicho dos mundos. Miró a la sonriente señora.
Dasha le sonrío, e hizo un gesto con la mano, para que esperase.
Seis puertas aparecieron en las paredes, cerradas.
Todas las extrañas puertas se abrieron a la vez, dejando paso a otros 6 niños de la misma edad que Shein. Tres chicos y tres chicas.
Shein les miró rápidamente, analizador. Ladeó la cabeza y levantó la mano en gesto de saludo.
Los otros seis niños saludaron también, y pasaron dentro de sala, sentándose en los sillones.
Shein les imitó sin decir nada
Dasha se puso en el centro de la sala y miró a todos sus nuevos alumnos. Alzó la barbilla, y con voz firme y autoritaria dijo:
- Bienvenidos a la Escuela De Las Estrellas. Donde sólo se admiten 7 alumnos cada 10 años. Una escuela ubicada entre La Tierra, y Mytkhan, el mundo de la magia.- dijo la ahora sonriente directora- Ahora las presentaciones.
Uno de los chicos se levantó de un salto y se presentó.
- Yo soy Dash- dijo con voz de superioridad.
Uno de los otros chicos murmuró algo, pero en voz alta.
- Con el ego por los aires...- dijo sinceramente, mirando a Dash.
Dash miró al chico que le interrumpió, y frunció el ceño.
El chico se levantó.
- Yo soy Alberto- dijo simplemente, y se sentó.
Shein miraba a los dos como si fuese un partido de tenis, sonrió levemente cuando los dos terminaron de hablar.
Dasha resopló y miró a Dash y Alberto unos segundos. Dirigió su vista a otra de las chicas, que se hundía entre los cojines de unos de los sofás.
- Yo soy Lyl…- dijo tímidamente la chica mientras se levantaba del sofá. Echó una rápida ojeada a las personas que había en esa habitación, y se volvió a sentar, esta vez, un poco más recta.
La última chica que no se había presentado todavía, se levantó y miró a la directora.
- Yo soy Patricia, pero prefiero Patri- dijo simplemente.
Dasha asintió, y miró a los dos últimos chicos que faltaban.
Shein se levantó lentamente, observando la cara de los que serían sus nuevos compañeros.
- Shein, yo me llamo Shein- dijo mirando a Dasha.
El otro chico se levantó en cuanto Shein se sentó.
- Edahi es mi nombre- dijo rápidamente, sentándose casi al momento de haber terminado de hablar.
Dasha asintió con la cabeza y miro a cada uno de sus nuevos alumnos.
- Bueno, todos tenéis 7 años, y estaréis aquí hasta los 17, así que, tendréis que convivir bien, y aprender todo lo que podáis.- dijo Dasha con una sonrisa en el rostro. Mirando sobretodo a Shein, con sus extraños ojos verdes. Sacudió un poco la cabeza, haciendo volar su pelo blanco, que le llegaba por los hombros.
- Por ahora, vuestros profesores seremos Tom y yo- dijo la ahora seria directora.
En cuanto se nombro el nombre de Tom, una bola blanca y brillante minúscula apareció en la sala, para, en un instante después, convertirse en Tom.
Shein lo miró impresionado y fascinado, con los ojos muy abiertos, no se había perdido ni un detalle de aquella extraña aparición.
Tom sonrió al ver la cara de asombro de los niños, alzó la cabeza.
- Se llama teletransportación- dijo con una sonrisa divertida.
Todos los niños asintieron lentamente con la cabeza, a la par.
Capitulo- aun no se el nombre xd

Shein ya volvía a estar en su habitación, sentado en la silla del escritorio que había alli. Tenía delante suyo un hoja de papel con un horario. Que, a gusto de Shein, no era nada divertido, era totalmente ilógico, no se podian poner dos clases complementarias seguidas, agua y después fuego no se podía.
Shein se apoyó en el respaldo con un suspiro, había terminado de sacarle pegas a ese horario. Ahora se aburría. Se levantó y fue hacia la puerta, la abrió suavemente y salio al gran salón al que daba.
Shein, decidió explorar ese lugar, en busca de aprenderse la escuela para no perderse.
Justo cuando fue a abrir una puerta, Tom apareció, y con una ceja alzada dijo con voz autoritaria:
- ¿Adónde vas?
- A.... Buscar el baño- dijo rapidamente poniendo una escusa..
- Ya claro- dijo no muy convencido su profesor, le miró fijamente- este lugar esta compuesto por la escuela en si, que es el centro, y luego, alrededor estan conectadas vuestras habitaciones por separado- dijo adivinando la pregunta de Shein.
Shein asintió lentamente, pensando en la información que le acaba de dar Tom. Igualmente, abrió la puerta rápidamente y salió dando un pequeño portazo al cerrarla.
Shein corrió por un pasillo unos segundos. Hasta que se dio cinta de que nadie le seguía. Se encogió de hombros y caminó en la misma dirección.
Pasaba por pasillos con retratos de los numerosos directores y directoras que habían dirigido aquella escuela. Retratos de jovenes de unos diecisiete años, que serían los alumnos que habían estudiado allí.
Todas las paredes tenían el mismo estampado, un cielo claro, sin nubes, y cada unos metros, una gran estrella de cinco puntas, de un azul más oscuro.
Llegó porfin a una gran sala, mucho mas grande que el salón al que daba su habitación. Una sala donde había una gran mesa con muchas sillas alrededor. Un mantel rosado tapaba la madera de la enorme mesa.
Shein dedució que ese sería el comedor. Seguramente, en tiempos anteriores, hubo más profesores, y he ahí el motivo por el cual había tantas sillas. O eso pensaba Shein.
Pero no lo pensó mucho más, porque ocho campanadas sonaron, indicando que eran ya las ocho, hora de cenar. Por lo cual, allí irían todos.
Shein no se lo pensó dos veces, salió corriendo a su cuarto.
Llegó completamente fatigado al salón. Se dejó caer en uno de los sillones, respirando hondo. Se acabó lo de hacer excursiones.